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Los errores del Titanic que debes evitar en tu empresa (y IV)

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Estrategia Empresarial

Los errores del Titanic que debes evitar en tu empresa (y IV)

No todo fue causa del infortunio en el naufragio del Titanic. También hubo problemas organizativos y decisiones erróneas que contribuyeron al desastre. De todo aquello se extraen unas lecciones extremadamente útiles en el ámbito empresarial que se recogen en esta serie de entradas.

Anteriormente se han explicado el síndrome del todo va bien, la preocupación excesiva por el prestigio empresarial y los problemas de comunicación. Y también, la falta de cohesión interna, la negligencia de los medios y la eficacia de las reuniones. En esta entrada, que cierra la serie, se aborda la falta de formación, la sobrevaloración de la experiencia y el factor suerte.

Falta de formación

Hubo reticencia de los pasajeros a embarcar en los botes salvavidas del Titanic. Solo unas 40 personas embarcaban cuando el aforo era de 65. Fue, incluso, peor. ¡El primer bote sólo tuvo 11 pasajeros! La infrautilización condenó sistemáticamente a 25 o 30 personas por cada bote.

Y ningún oficial reaccionó. Si se hubieran seguido las instrucciones de seguridad, se habrían salvado las vidas de otros 500 pasajeros.

El grado de incompetencia lo demuestra un oficial que movió a 100 pasajeros a un lado del Titanic para que recuperase su equilibrio: ¡Como si el peso de 100 personas pudiera actuar significativamente en un barco de 50 000 toneladas!

Por otra parte, el diseñador del Titanic, a bordo del crucero inaugural, tuvo que explicarle al capitán qué significaba tener seis compartimentos estancos dañados para que lanzase los primeros cohetes de socorro.

Todos los supervivientes explicaron la incompetencia de la tripulación para manejar la situación, acorde con una formación de rescate solo había sido simbólica. Hubo un ejercicio dos días antes del crucero y con solo un par de botes salvavidas en el puerto, lejos de las condiciones reales de navegación.

Además, el simulacro de incendio y rescate, supuestamente obligatorio al comienzo del crucero, no se había llevado a cabo.

En tu empresa:

  • ¿Cómo se gestiona el talento de las personas?
  • ¿Cómo se detectan las necesidades de formación?
  • ¿Los planes de formación se elaboran? ¿Se llevan a cabo?
  • ¿Siempre se cumplen todos los aspectos de seguridad? ¿Simulacros? ¿Máquinas y útiles que se usan? ¿Uso de las EPIs?

Sobrevaloración de la experiencia

El capitán del Titanic tuvo su certificado de navegación a los 25 años y había pasado gran parte de su carrera en veleros. En más de 30 años, nunca había tenido un problema.

Del dicho “no se hace un buen marinero con un mar en calma”, entendemos que si una persona tiene que trabajar en condiciones complejas, será capaz de manejar lo inesperado.

Una reflexión interesante para tu empresa podría ser no contratar o ascender, a puestos de trabajo importantes, a personas que nunca han tenido que enfrentarse a ese tipo de problemas durante su carrera profesional. Las personas que deben liderar a otras deben haber adquirido unas experiencias basadas en dificultades reales que consiguieron vencer.

Falta de suerte (o no)

La suerte, o la mala suerte, también es una parte importante de la excelencia.

El 10 de abril de 1912, la noche era oscura y tranquila, sin neblina y sin oleaje. Como resultado, los vigías no veían la espuma que generalmente se crea alrededor de los icebergs y que permite detectarlos.

El iceberg fue visto demasiado tarde para evitarlo y a la vez, demasiado temprano para no evitarlo. Si el Titanic se hubiera acercado al iceberg desde el frente, ¡no se habría hundido!

Mala suerte también, porque el buque se encontró frente a un tipo particular de iceberg. El iceberg azul tiene la particularidad de tener su parte sumergida (la más importante) que se convierte en la parte emergente cuando se separa del paquete de hielo. Y esta parte es transparente, por lo tanto invisible desde la distancia.

La suerte no es sólo una coincidencia. Puede ser fruto del rigor, de una pasión por la calidad que nos permite ver el iceberg frente a la empresa en el momento adecuado.

La mala suerte puede ser el resultado de la negligencia, de lo insuficiente, del desinterés, etcétera.

Conclusión: evitar que la empresa naufrague

Estos errores del Titanic, que llevaron a su hundimiento, demuestran que cada empresario, líder, gerente, tiene las cartas en sus manos para tener éxito en su actividad y que no se hunda la empresa.

La idea reside en implementar lo necesario cuando lo es.

Un marinero dijo que los grandes desastres del mar traen esperanza, no repetimos los mismos errores, pero 75 años después, en 1987, el contramaestre auxiliar del MS Herald of Free Enterprise se durmió en lugar de cerrar la puerta de proa. Resultado: más de 180 muertos o desaparecidos.

Así que ten cuidado de que tu compañía no sea como estos barcos de los que hablamos mucho, ya que se encuentran en el fondo del mar.

Fotografía: Frank Beken